jueves, 6 de febrero de 2014

LA MUDITA H


 

Hoy vamos a contar un cuento un poco triste. Bueno, es muy triste al principio, aunque ya te aviso de que, al final, la amiga que hoy vamos a conocer fue feliz. Es feliz todavía.

Verás.

Todos los habitantes del País de las Letras sabían que era peligroso caminar hacia la izquierda porque allí se encontraban los temibles gigantes. Los papás y las mamás advertían a sus hijos de los peligros que podían correr si no respetaban esa orden del rey y cada vez que salían de casa les recordaban la dirección hacia la que debían caminar. Pero sucedió que un día la pequeña H había estado jugando con sus amigos cerca del riachuelo hasta que el Sol se ocultó tras las montañas. Cuando los niños volvieron a casa, lo hicieron hacia el lado correcto haciendo caso de los consejos de sus papás antes de salir.

Pero aquél día, a la H nadie pudo recordarle nada, porque su papá y su mamá habían estado de viaje. Así que a la hora de regresar a casa, después de pasar todo el día pescando en el río y divirtiéndose, empezó a soplar un fuerte viento y a llover con gran intensidad. Con las prisas por refugiarse no se dio cuenta y se dirigió hacia los árboles que estaban a la izquierda del camino.

El mago Catapún, que la había visto refugiarse entre los árboles del País de los Gigantes, aprovechó la oportunidad para fastidiarla. Decidió mandarle un viento más fuerte y más frío, que la arrastró y la empujó contra un árbol; se dio tal golpe que quedó tendida sobre la hierba cayéndole la lluvia encima. Allí estuvo hasta que pasó el elefante del príncipe E, que solía acercarse al bosque cada vez que tenía apetito. Al verla así, la cogió con su trompa, se la colocó encima de su cuerpo con mucho cuidado y la llevó al hospital.

Allí se ocuparon de curarla, pero se había enfriado tanto que no consiguió recuperar la voz. No podía decir nada; se quedó muda.

Su nombre es un poco raro, pero como sois tan listos, no se os olvidará: es la hache.

Pasaron los días y la H se aburría por no poder hablar ni cantar. Veía que el Señor  Estudioso dibujaba el cuerpo de todas sus compañeras y a ella nunca la llamaba; se enfadó, se puso triste y por fin decidió ir a ver a los reyes. Por señas y con dibujos les explicó que ella quería ser como las demás letras y formar parte también de las palabras. Los reyes empezaron a pensar una solución y llamaron al Señor Estudioso para que él también pensara,; unos días después, éste les dijo:

- Puede acompañar a algunas palabras en las que la Familia Real comienza a hablar, y otras veces podemos colocarla en el medio, pero sólo de adorno.

La reina pensó que había que decidir muy bien cuándo aparecería, porque , como era muda, la gente podría olvidarse de ella con facilidad:

- En las palabras en las que el Señor Estudioso diga que va a ir la H, tendrá que ponerse siempre y no se podrá olvidar.

Por eso los niños y las niñas tendrán que preguntar a sus maestros y a sus padres qué palabras se escriben con H y recordarlas siempre.

¡No sabéis lo contenta que se puso la H cuando le explicaron la solución!

No la olvidéis o la H se pondrá triste otra vez,


 


1 comentario:

  1. ¡¡Jo!! Pues la verdad que es un cuentico bastante triste, por un despiste... ¡¡muda para toda la vida!! (Espero que el viaje de los padres fuese tremendamente importante, porque vaya cargo de conciencia, je, je).

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